Neuroarquitectura: Claves para un hogar que te cuida de verdad
A veces, entramos en casas espectaculares, decoradas con gusto exquisito, pero sentimos que algo falta. No nos sentimos cómodos, relajados o simplemente no nos gustan. ¿La razón? Es posible que estén diseñadas para los ojos, pero no para el cuerpo.
La clave para que un espacio nos guste de verdad y nos haga sentir bien reside en la neuroarquitectura. Esta disciplina nos explica que para que algo nos emocione y nos sintamos a gusto, deben activarse tres capas en nuestro cerebro de manera simultánea: la sensorial, la emocional y la del significado. A esto se le conoce como la tríada estética.
- Capa Sensorial: Lo que percibimos a través de nuestros sentidos: vista, tacto, olfato, oído.
- Capa Emocional: Los sentimientos inmediatos que experimentamos al ver algo: placer, calma, rechazo...
- Capa del Significado: Los recuerdos, ideas o asociaciones que nos despierta lo que estamos mirando: una historia, una identidad...
Cuando estas tres capas se activan a la vez, el cerebro interpreta que el entorno es adecuado, familiar y seguro. Si solo se activa una capa, por ejemplo, la sensorial, lo identificamos como agradable pero vacío.
Cómo activar las tres capas para un hogar que te cuide
Para crear un hogar que te cuide, que te guste y que se adecúe a tus necesidades, existen varias estrategias basadas en la neurociencia:
1. Utiliza materiales y texturas que el cuerpo reconoce
Nuestro cuerpo sabe cuándo está en contacto con algo natural y cuándo no. Materiales como la madera real, la lana o la cerámica artesanal activan zonas del cerebro relacionadas con la seguridad y la familiaridad. Incorpora estos elementos en muebles, textiles, detalles decorativos...
2. Reduce los estímulos que activan el sistema nervioso
Demasiados colores intensos, objetos compitiendo entre sí, brillos o formas agresivas obligan al sistema nervioso a procesar más información de la necesaria, generando una activación constante. Dale un respiro a tus sentidos evitando contrastes excesivos, reduciendo la cantidad de objetos a la vista y utilizando superficies más mates.
3. Introduce un ritmo lento y formas orgánicas
La naturaleza nos relaja porque sus formas, aunque complejas, se repiten con un ritmo lento y reconocible. Incorpora formas curvas u onduladas en muebles, espejos o lámparas, patrones orgánicos en textiles o papel pintado y materiales con ritmos naturales como la beta de la madera.
4. Crea refugios dentro de casa
Al igual que buscamos un refugio en la naturaleza, en casa también necesitamos pequeños espacios donde sentirnos protegidos. Coloca los sofás contra la pared, utiliza cabeceros sólidos en la cama y asegúrate de que ningún mueble donde te sientes esté totalmente libre por arriba. Esto hará que el cuerpo interprete el espacio como seguro y pueda relajarse.
5. Introduce elementos que tengan una historia personal
Un espacio puede estar lleno de objetos decorativos preciosos, pero si no activan la capa de la emoción y el significado, se quedará en una casa vestida pero vacía. Incorpora fotografías, piezas heredadas, objetos encontrados en viajes... Elementos que te recuerden a algo o a alguien importante y que tengan un valor emocional.
6. Permite el movimiento y el cambio
En la naturaleza, todo está en constante movimiento. En casa, cuando todo está estático, el espacio se siente rígido y plano. Deja que entre la luz natural, utiliza cortinas ligeras y cambia algunos elementos de decoración según la estación. Incorpora elementos que tengan un micromovimiento suave, como una vela o una planta.
7. Cuida el entorno multisensorial
No vale solo con la vista. Reduce el ruido molesto, ventila la casa, introduce sonidos naturales suaves, utiliza aromas naturales y ajusta la temperatura a un rango confortable. Pequeños detalles que el cuerpo nota y agradece.
8. Evita que la casa se quede en neutral
Una casa que te cuida te da algo. No tengas miedo a combinar colores, texturas o piezas que tengan historia. Atrévete a emocionarte y a activar las tres capas.
No busques la casa perfecta, sino la que te cuida
Recuerda, no se trata de tener la casa perfecta, sino de crear un espacio que te cuide y te haga sentir bien. Haciendo pequeños ajustes y prestando atención a las necesidades de tu cuerpo, puedes transformar tu hogar en un verdadero santuario de bienestar.